
El primer ministro de Portugal, Luis Montenegro, ha lanzado un contundente zascazo a su homólogo español, Pedro Sánchez, durante un debate parlamentario que ha dejado a todos boquiabiertos. En un momento de alta tensión, Montenegro afirmó que Sánchez “no es un referente” para él, marcando una clara distancia entre ambos líderes.
La declaración se produjo en el contexto de la discusión sobre los presupuestos de 2026, donde el líder del partido Chega, André Ventura, criticó al gobierno portugués por ceder ante Bruselas al aumentar los impuestos sobre los carburantes. Fue entonces cuando Montenegro, sin titubear, respondió con firmeza.
“Vivo en Portugal. No tengo nostalgia del país de hace 51 años. Tampoco el presidente del gobierno español es un ejemplo o un referente político para mí”, sentenció Montenegro, provocando aplausos y ovaciones en el hemiciclo portugués.
El debate escaló rápidamente cuando Ventura comparó la situación actual con la dictadura de Salazar, sugiriendo que un regreso a esos tiempos podría reducir la corrupción. Montenegro, visiblemente molesto, replicó: “La dictadura no combate la corrupción. La dictadura es ella misma la corrupción”.
Este intercambio tenso no solo puso de manifiesto el carácter del primer ministro portugués, sino que también evidenció su rechazo a los populismos y a los modelos políticos que representan figuras como Sánchez.

Montenegro cerró su intervención con una frase que ha resonado en toda Europa: “Si el señor diputado quiere juntar a tres Salazares con tres Pedro Sánchez, esa es su opción, no la mía”. Esta comparación ha sido interpretada como una crítica feroz al autoritarismo y a la falta de transparencia del gobierno español.
A medida que el debate sobre los presupuestos continúa, las palabras de Montenegro ya están causando revuelo en los medios europeos, donde se perciben como un claro mensaje a Sánchez. Fuera de España, el presidente español parece perder el prestigio y el respeto político que tanto presume.
La tensión entre ambos líderes ha alcanzado un punto álgido, y el impacto de este enfrentamiento se siente más allá de las fronteras ibéricas. La política en la península ibérica nunca había estado tan electrificada, y la mirada de Europa está fija en lo que sucederá a continuación.