Un pleno convertido en juicio político
Lo que ocurrió en el pleno municipal no fue una intervención más de la oposición ni una réplica rutinaria dentro del habitual intercambio parlamentario. Fue un discurso largo, minucioso, documentado y cargado de acusaciones directas que terminó convirtiéndose, para muchos observadores, en uno de los “zascas” políticos más contundentes del año. Una intervención que no solo respondió a las palabras de Ortega Smith, sino que se transformó en un alegato global contra el modelo de gestión del Ayuntamiento de Madrid y contra una forma de hacer política que, según el orador, ha perdido cualquier rastro de autoridad moral.
Desde el primer minuto, el tono quedó claro. No se trataba de una crítica superficial ni de un intercambio de consignas. El discurso arrancó desmontando el concepto mismo de “virtudes políticas” al que había apelado previamente Ortega Smith, redefiniéndolo desde parámetros clásicos: confianza, credibilidad y coherencia entre lo prometido y lo ejecutado. Tres elementos que, según el interviniente, resultan imprescindibles para que un político pueda reclamar autoridad moral.
La corrupción antes de gobernar
La pregunta inicial fue demoledora: si puede considerarse una virtud política el hecho de lograr “la proeza” de corromperse incluso antes de alcanzar el poder. La acusación fue directa y sin rodeos. Vox, afirmó, no solo ha fallado en la gestión pública, sino que ha protagonizado un episodio especialmente grave al vincularse con la apropiación de fondos destinados a víctimas de la DANA, un episodio que dejó 230 fallecidos.
El orador recordó que personas honestas donaron dinero con la convicción de estar ayudando a quienes lo habían perdido todo, y que ese dinero terminó, según denunció, engrosando las filas de una organización calificada sin ambages como “corrupta”. La referencia resultó especialmente dura al situarla en el contexto de fechas próximas a la Navidad y confrontarla con los supuestos valores cristianos que Vox suele reivindicar públicamente.
La conclusión fue clara: la oportunidad perdida no era política, sino moral. Pedir perdón, devolver el dinero y asumir responsabilidades. Nada de eso ocurrió.
La autoridad moral como línea divisoria
La intervención insistió en que sin coherencia entre palabra y hechos no existe legitimidad para dar lecciones. En ese punto, el discurso conectó con una crítica más amplia al clima político actual, donde —según se denunció— algunos actores se sienten legitimados para hablar de ética mientras ignoran prácticas que la contradicen frontalmente.
La comparación entre frases históricas atribuidas a expresidentes y líderes actuales sirvió para ilustrar lo que el orador consideró una doble vara de medir, acusando a determinados sectores de tolerar comportamientos que, de producirse en otros espacios políticos, serían objeto de una condena inmediata y unánime.
El foco se desplaza a Almeida
Tras el enfrentamiento con Vox, la intervención giró hacia el alcalde de Madrid, José Luis Martínez-Almeida. Y lo hizo con una dureza incluso mayor. El orador confesó su sorpresa ante lo que definió como un “triunfalismo permanente” que, a su juicio, no se corresponde con la realidad que viven los madrileños.
Las cifras comenzaron a acumularse una tras otra. En el último año, un 15% de subida en el precio de los alquileres. Desde que Almeida es alcalde, un incremento del 70%. Datos que, según se planteó, no invitan precisamente al orgullo institucional.
Transporte colapsado y servicios al límite
El transporte público fue uno de los ejes centrales de la crítica. Autobuses saturados, usuarios viajando “como sardinas en lata” y un déficit estructural de 300 conductores que impide cubrir adecuadamente el servicio. Lejos de presentarlo como una anécdota, el orador lo utilizó como ejemplo de una gestión que presume de éxitos mientras ignora problemas cotidianos que afectan a miles de personas.
La tasa de basuras fue otro de los puntos señalados. Un “tasazo” que el propio Ayuntamiento reconoció como injusto y mal calculado, pero cuyo dinero no será devuelto a quienes ya lo pagaron. Para el interviniente, este episodio refleja una forma de gobernar basada en el error sin rectificación.
Educación infantil y desigualdad estructural
El discurso continuó con un dato especialmente sensible: el 80% de las familias que solicitan una plaza en una escuela infantil pública se quedan sin ella. Una cifra que, en palabras del orador, debería avergonzar a cualquier gobierno municipal que se proclame defensor de las familias.
A ello se sumó una acusación más amplia sobre el aumento de la desigualdad. Madrid, afirmó, se ha convertido en la ciudad más desigual de España. Un “número uno” que no merece celebración, sino una profunda reflexión sobre las políticas aplicadas.
Sanidad privatizada y beneficios obscenos
Uno de los momentos más contundentes llegó con la referencia a la sanidad. Audios conocidos públicamente confirmaron, según el discurso, lo que muchos ya sospechaban: que empresas privadas se lucran aumentando deliberadamente las listas de espera con el objetivo de maximizar beneficios.
El caso de Ribera Salud fue presentado como una confirmación del modelo Quirón, un sistema que, según se denunció, convierte un derecho fundamental como la salud en un negocio. La acusación no se dirigió solo a las empresas, sino a los responsables políticos que permiten y defienden ese modelo sin exigir responsabilidades a su “jefa”.
El varapalo judicial y el caso Atlético
La sentencia judicial que frena el plan especial vinculado al Atlético de Madrid ocupó un tramo clave del discurso. El orador calificó la gestión como chapucera y negligente, recordando que el juez confirmó exactamente las advertencias que el grupo municipal socialista había presentado en sus alegaciones.
La consecuencia, explicó, podría ser devastadora: si la sentencia se vuelve firme, todas las licencias concedidas al amparo de ese plan podrían ser nulas. La pregunta final fue directa y quedó flotando en el aire del pleno: ¿asumirá alguien alguna responsabilidad?
Universidades asfixiadas y presupuestos fallidos
La crítica se extendió al ámbito universitario. La Complutense, la universidad más grande de España, atraviesa dificultades económicas que el orador atribuyó directamente a la mala gestión del Ayuntamiento. Un dato que se sumó a la acusación general de abandono de servicios esenciales pese a contar con “el mayor presupuesto de la historia de Madrid”.
La pregunta volvió a repetirse: ¿en qué ha mejorado la vida de los madrileños con ese presupuesto récord?
Vivienda, tráfico y crisis climática
El bloque final del discurso abordó los grandes problemas estructurales de la ciudad. La vivienda, con una subida del 55,3% desde que Almeida es alcalde y con una promesa incumplida de 12.000 viviendas de las que solo se han iniciado 221. El tráfico, convertido en un atasco permanente. El cambio climático, con olas de calor más intensas, lluvias torrenciales y deterioro del arbolado urbano.
La respuesta municipal, denunció, ha sido la motosierra: talar en lugar de adaptar la ciudad.
Suciedad, abandono y una ciudad expulsiva
La limpieza viaria, lejos de mejorar, ha sufrido un recorte de 3,2 millones de euros. El resultado, según el discurso, es visible en las calles: montañas de basura, barrios abandonados y una sensación generalizada de dejadez que afecta especialmente a quienes no viven en zonas prioritarias.
El orador fue especialmente duro al afirmar que le daría vergüenza ser alcalde y encontrarse cada día con esas imágenes. Una ciudad, dijo, que se vive como una carrera de obstáculos y que expulsa progresivamente a quienes la construyeron con su trabajo.
Madrid como decorado
La conclusión fue tan simbólica como inquietante. Madrid, afirmó, se está convirtiendo en un “eventódromo”, un parque temático sin alma, vendido al mejor postor y despojado de su identidad. Una ciudad decorado que sacrifica barrios, comercio local y comunidad en favor de una imagen superficial.
La intervención terminó con una acusación final: la renuncia a invertir 483 millones de euros en mejorar la vida de los madrileños, optando por pagar a los bancos en lugar de invertir en barrios, servicios públicos y cohesión social.
Un discurso que deja huella
Más allá del tono, la intervención dejó una sensación clara en el pleno: no fue una simple crítica, sino una enmienda a la totalidad. Un discurso que convirtió cifras en relato político y que dejó en evidencia una gestión cuestionada en prácticamente todos los ámbitos.
Para muchos, no fue solo el “zasca del año”. Fue un retrato incómodo de una ciudad que, según esta visión, se aleja cada vez más de quienes la habitan.
