
El Congreso de los Diputados se ha convertido en el epicentro de una crisis política sin precedentes para el partido de extrema derecha Vox, tras la revelación de un escándalo que involucra a su organización juvenil Revuelta y pone en jaque la reputación de figuras prominentes como Hermann Tertsch y Jorge Buxadé.
Según informaciones publicadas por El Plural y corroboradas por grabaciones internas, se están investigando irregularidades en la gestión de donaciones recibidas para las víctimas de la Dana, un desastre natural que afectó a numerosas regiones de España.
Los audios obtenidos revelan cómo altos cargos del partido eran plenamente conscientes de un posible desvío de fondos destinados a ayuda humanitaria, manteniéndose el dinero en cuentas internas y siendo utilizado con fines distintos a los inicialmente prometidos.
Según los registros, el eurodiputado Jorge Buxadé reconoció explícitamente que existió un engaño, admitiendo que parte de las donaciones no llegó a las víctimas y que la dirección del partido estaba al tanto de la situación.
La denuncia presentada ante la Autoridad Independiente de Protección al Informante de Corrupción detalla que los responsables de Revuelta, vinculados directamente a Vox, podrían haber incurrido en delitos de estafa y apropiación indebida.
De confirmarse los hechos, las penas podrían ascender a hasta seis años de prisión en caso de conductas agravadas por la cuantía o por la forma en que se cometieron los delitos.
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El escándalo ha provocado un fuerte impacto en la esfera política, con la apertura de un expediente contra Vito Quiles en el Congreso por grabar en zonas restringidas, lo que podría derivar en la pérdida definitiva de su acreditación como periodista.
Esta acción marca un paso simbólico y práctico hacia la regulación del comportamiento de activistas y periodistas asociados a movimientos políticos radicales dentro del Parlamento, reflejando la tensión entre libertad de expresión y cumplimiento de la normativa parlamentaria.
Chema Garrido, periodista de El Plural, explicó que las grabaciones internas evidencian que Vox intentó en varias ocasiones cerrar y silenciar la información sobre el manejo de los fondos de la Dana.
Según los audios, miembros de la cúpula del partido negociaron medidas para “disolver” Revuelta y evitar que las presuntas irregularidades afectaran a la formación política.
La estrategia de encubrimiento incluye la negación de vínculos directos entre Vox y Revuelta, mientras que simultáneamente se reconoce en conversaciones privadas que la organización juvenil operaba en nombre del partido y bajo su coordinación.
El eurodiputado Hermann Tertsch también se ha visto salpicado por la polémica, dado que, según los audios y la investigación periodística, participó activamente en la solicitud de fondos a favor de Revuelta, presionando para que los donativos se mantuvieran bajo control del partido.
Este hecho abre interrogantes sobre la gestión ética de fondos destinados a emergencias y pone en evidencia la falta de controles internos en Vox, cuestionando seriamente la transparencia del partido y su compromiso con los valores que promueve públicamente.
Manuel Mariscal, diputado y figura mediática del partido, aparece en las grabaciones planeando estrategias que involucran acciones mediáticas agresivas, incluyendo referencias a entrar en medios de comunicación con “lanzallamas” y “motosierras” para presionar a los canales de televisión.
Estas declaraciones, aunque retóricas, reflejan una cultura de intimidación y un manejo del poder muy ligado a la teatralización política y al uso de la violencia simbólica, lo que agrava la percepción de un partido políticamente irresponsable y éticamente cuestionable.
Expertos jurídicos consultados señalan que si se confirma la apropiación indebida de fondos de ayuda a víctimas de la Dana, nos encontraríamos ante un caso de corrupción política de gran envergadura, con implicaciones tanto penales como reputacionales.
Joaquín Bos, magistrado de Valencia, explicó que los hechos, de ser ciertos, podrían constituir delitos graves y que la fiscalía debería intervenir para proteger los intereses de las víctimas y garantizar la rendición de cuentas.
El impacto social y político de este escándalo es amplio. Las víctimas de la Dana, muchas de las cuales confiaron en las campañas de recaudación promovidas por Vox y Revuelta, han visto cómo sus donaciones no fueron utilizadas de manera efectiva para su recuperación.

Esta situación genera indignación y un cuestionamiento profundo sobre la credibilidad de partidos políticos que se presentan como defensores de la ciudadanía, mientras sus estructuras internas operan con una opacidad que podría derivar en enriquecimiento ilícito y corrupción sistemática.
En paralelo, el escándalo pone en evidencia un patrón de disensiones internas dentro de Vox.
Las grabaciones sugieren que las irregularidades fueron inicialmente un secreto a voces dentro de Revuelta, pero las tensiones internas y la presión de miembros más críticos llevaron a que los audios salieran a la luz, revelando un conflicto de intereses y la existencia de “fuego amigo” que no solo compromete a la organización juvenil, sino también a la cúpula del partido a nivel nacional y europeo.
Los analistas políticos destacan que este caso podría tener consecuencias significativas en el futuro electoral de Vox.
La credibilidad del partido como alternativa política se ve seriamente erosionada por la percepción de corrupción, el uso indebido de fondos y la manipulación de donaciones con fines partidistas.
Además, la vinculación de Revuelta con la base juvenil de Vox genera preocupación sobre la radicalización política de las nuevas generaciones y la posibilidad de que estas prácticas poco éticas se perpetúen dentro del partido.
El Congreso de los Diputados, a través de la mesa de control, ha iniciado la evaluación del expediente contra Vito Quiles, lo que refleja una reacción institucional frente a las prácticas irregulares detectadas en el Parlamento.
La sanción puede variar desde una advertencia hasta la pérdida definitiva de acreditación, marcando un precedente sobre cómo se abordarán futuros casos de periodistas y activistas políticos que operen al margen de la normativa parlamentaria.
El caso también ha puesto en el centro del debate la relación entre la política y el dinero, particularmente en partidos que se presentan como movimientos ciudadanos o defensores del pueblo.
El manejo de donaciones destinadas a víctimas de emergencias naturales, como la Dana, se convierte en un indicador clave de responsabilidad ética y transparencia.
La filtración de los audios demuestra que, lejos de cumplir con estos principios, algunos dirigentes priorizan intereses internos y estrategias de poder sobre la ayuda efectiva a quienes más lo necesitan.
El escándalo también genera interrogantes sobre la supervisión de actividades económicas dentro de formaciones políticas. La falta de mecanismos claros de control, auditoría interna y responsabilidad financiera en Revuelta ha permitido que las supuestas irregularidades se desarrollen durante meses sin ser detectadas externamente.
Esto plantea la necesidad urgente de implementar políticas de transparencia y regulación estricta en todos los niveles del partido, especialmente en organizaciones juveniles que manejan fondos públicos o privados con fines humanitarios.
Además, la presión mediática y judicial sobre Vox podría intensificarse en los próximos meses.
A medida que se revisan los audios y se investigan los flujos de dinero, no solo se determinará la responsabilidad penal de los involucrados, sino que también se evaluará la rendición de cuentas política y el impacto sobre la reputación del partido en España y en el Parlamento Europeo.
La transparencia en este proceso será clave para restaurar la confianza de la ciudadanía y garantizar que hechos de corrupción no queden impunes.
Desde la perspectiva de la opinión pública, la percepción de que un partido político desvía recursos destinados a emergencias humanitarias genera un daño reputacional difícil de reparar.
Los votantes pueden percibir un conflicto entre la retórica del partido y sus acciones internas, lo que amenaza la base de apoyo electoral y la legitimidad política.
En este contexto, figuras como Hermann Tertsch y Jorge Buxadé enfrentan cuestionamientos directos sobre su ética y la gestión de fondos bajo su supervisión, lo que podría tener consecuencias en su carrera política.
Los audios también destacan un patrón de manipulación comunicativa. La estrategia de “silenciar y negar” evidencia una cultura de secretismo que busca proteger la imagen pública del partido mientras se gestiona internamente la controversia.
Esta dualidad entre discurso público y práctica interna refleja un problema estructural de gobernanza interna, que va más allá de los nombres de los involucrados y pone en cuestión la cultura ética del partido en su conjunto.

El papel de los medios de comunicación es crucial en este escenario. Publicaciones como El Plural han desempeñado un rol central al exponer los audios y las conversaciones internas, permitiendo que los hechos sean conocidos por la ciudadanía y que se genere un debate público sobre las prácticas de Vox y Revuelta.
Sin la presión mediática, es probable que estas irregularidades hubieran permanecido ocultas, lo que demuestra la importancia de un periodismo independiente y crítico frente a estructuras políticas con escasa transparencia.
En conclusión, el escándalo de Vox y Revuelta constituye un caso paradigmático de las complejas interacciones entre política, dinero y ética. La implicación de figuras como Hermann Tertsch, Jorge Buxadé y Manuel Mariscal, junto con la apertura de expedientes en el Congreso y la posible intervención judicial, pone en evidencia la necesidad de una supervisión rigurosa, de la transparencia y de la rendición de cuentas dentro de todas las formaciones políticas. Las próximas semanas serán determinantes para aclarar responsabilidades, sancionar posibles delitos y restaurar la confianza de la ciudadanía en los mecanismos de control democrático y en la integridad de los actores políticos en España.
Este caso también sirve como advertencia sobre la vulnerabilidad de las organizaciones juveniles vinculadas a partidos políticos, especialmente cuando manejan fondos destinados a fines sociales o humanitarios. La experiencia demuestra que la falta de controles y de cultura ética puede derivar en un daño profundo, no solo a las víctimas directas de los desastres naturales, sino también a la credibilidad y sostenibilidad de los partidos y movimientos que promueven estos colectivos.
En definitiva, Vox enfrenta hoy una encrucijada: asumir responsabilidades internas, colaborar con las autoridades judiciales y establecer mecanismos de transparencia que eviten la repetición de irregularidades, o arriesgarse a un desgaste irreparable que comprometa su posición política y su influencia en la escena nacional y europea.
La ciudadanía y los medios seguirán atentos a cada paso que dé el partido y a cómo se resuelven las acusaciones de apropiación indebida y desvío de fondos destinados a las víctimas de la Dana.